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domingo, 20 de agosto de 2023

VIRGEN DEL CARMEN, PATRONA DE LOS MARINEROS

La Virgen librando del castigo eterno, según su promesa
                              Ya hemos arrancado la hoja del mes de julio de nuestros almanaques, porque ha quedado atrás como otras tantas veces, años tras años, la festividad de la Virgen Nuestra Señora del Carmen, patrona de la gente de la mar, que goza de gran veneración en Canarias. La fe y admiración acompañan a la sagrada imagen del Monte Carmelo, Madre de Dios y nuestra. Imagen mariana por mar y tierra que se convierte en espejo de todo hombre y mujer, que se precie ser cristiano, en un festejo multitudinario por los distintos pueblos.

                              La Virgen del Carmen sería proclamada Patrona de la Marina de Guerra española y de todos los navegantes el viernes, 19 de abril de 1901, según una Orden de la reina María Cristina de Habsburgo. En la actualidad es también de toda la gente de la mar, perteneciente a la Armada, la Marina Mercante, la Pesquera y Deportiva.

                              El tiempo de pandemia fue un paréntesis impreso en todos los corazones de los españoles para recordar el periodo de sufrimiento en todo el mundo para estar en cuarentena forzosa, recluidos para evitar el contagio del Covid-19, dejando cualquier manifestación pública a merced del silencio y cuidado de la salud.

                              Comenzamos haciendo un recorrido por la geografía palmera, recayendo en Santa Cruz de La Palma como honor a la tradición y cita con la bella imagen de la Virgen, recorriendo un itinerario acostumbrado, invitando a la esperanza en este año de mejorar la situación caótica del fuego forestal de Puntagorda, Tijarafe y zona de la Caldera de Taburiente, que no se celebró el embarque por la bahía por solidaridad a lo que sucedía en la corona vegetal.

                              Con todo lo dicho se desea poner en valor y recuperar el vínculo de Santa Cruz de La Palma con el mar, a través de la bellísima y venerada efigie de la Virgen del Carmen de la parroquia matriz de El Salvador. Le sirve de basamento un grupo de nubes, solución denominada en Canarias como imagen de gloria.

Imagen neoclásica de Fernando Estévez. El Salvador
                              “Don Fernando Estévez, ornamento del pueblo que tuvo el honor de ser su cuna, no fue un Montañés ni un Salzillo, como tampoco lo fue su maestro José Luján. Pero él encarna el último resplandor de la imaginería canaria” (Sebastián Padrón Acosta).  

                            El talante abierto y sencillo del imaginero orotavense Fernando Estévez del Sacramento y Salas (1788-1854), le avaló buenos y numerosos amigos como Manuel Díaz Hernández (1774-1863), que, por mediación, de este sacerdote liberal, podemos apreciar una formidable obra con rasgos neoclásicos de este ‘distinguido escultor, sobresaliente dibujante y pintor’. La indicada talla hecha en 1824 y entronizada en su actual retablo del mismo estilo escultórico, capilla colateral de la Epístola, desde 1659 se conoce con el nombre de la Virgen al establecerse el culto mariano, que vino a sustituir a la anterior, atribuida a Juan Manuel de Silva Vizcaíno (1687-1751), esculpida en 1718, y que hoy se encuentra en la ermita de San Telmo con la advocación de Nuestra Señora de La Luz.

                              Las imágenes de vestir constituyen el grupo más abundante dentro de la producción del afamado imaginero. De todas las llegadas a La Palma de tal artista, esta de tamaño natural, 1,82 metros de altura, fue ejecutada imitando a la perfección la figura completa de madera. Utilizó lonas encoladas para la elaboración de los ropajes, práctica poco usual en él, ya que el 80% de su producción se mantiene en el grupo de ‘candeleros’. Fue esculpida, siguiendo un modelo clasicista con marcado acento barroco. La corona imperial parece ser una espléndida pieza de 1666 por los portapuntas de formas complejas, que integran su decoración.

                              Fuentes Pérez, en su pormenorizado estudio sobre las esculturas clasicistas canarias, indica que esta representación del personaje femenino predomina en Estévez, llegando a llenar el 60% de la producción. De la peana sobresalen dos cabezas de angelotes o ‘putti’, de moldeados algo voluminosos. El 15 de julio de 1866 se hizo la actual basa o trono por el carpintero Francisco Duque Díaz y más tarde fue dorado por Juan González Méndez.

Observación  policromía suave y sonrosada. Aire de porcelana
                              En todas estas obras se observa una policromía suave y sonrosada que se adecua a las exigencias del modelado. Muchos atribuyen a una relación estrecha en la empleada por los escultores napolitanos y genoveses, ‘de ahí que las creaciones de Estévez del Sacramento ofrezcan, a veces, un cierto aire de porcelana’. Se supone, que era él quien policromaba sus propios trabajos, o por lo menos, que era un único pintor el encargado de ello, ya que hay constancia de tonos en todas ellas. Se barajó los nombres de Nicolás Alfaro, Lorenzo Pastor y Castro, Juan Abreu, Luis Le Gros…

                              Finalmente, llegó al puerto capitalino procedente del Puerto de la Cruz el viernes, 25 de junio de 1824, a bordo del barco Victoria. En el libro de Tributos de la Cofradía del Carmen, fundada en agosto de 1659, consta como el 4 de julio de 1824 ‘se hizo la función de colocación de la nueva imagen’.

                              Es una preciosa talla que ha suscitado una gran devoción entre los hombres de la mar, que la han erigido como patrona, Reina de los Mares. Es una escultura muy bien conseguida, que posee el poder de atraer al que la mira y que parece ‘irradiar luz propia’. Desfila procesionalmente cada 16 de julio, excepto cuando lo impiden las ‘Fiestas Lustrales’ en honor a la Patrona Insular, Nuestra Señora de Las Nieves.

                              Alejándonos del núcleo poblacional, hacia el norte, nos trasladamos a un rincón emblemático por su tradición y belleza natural, es el cauce del barranco Maldonado o del Carmen. En su hacienda de viña, cereales y frutales el presbítero y médico Isidoro José Ferrera y Arteaga de la Guerra (1701-1776), fundó en el primer tercio del siglo XVIII un oratorio con puerta orientada hacia el camino real y que en la década de 1770 se convirtió en ermita pública, para lo que se la dotó de una sacristía. El recinto sigue el modelo de las ermitas palmeras. Se ubica en una pequeña plaza por un muro almenado, presidido por una imagen de la Virgen del Carmen, obra de candelero, cuyo autor es Juan Manuel de Silva Vizcaíno. Procesiona por los aledaños del templo.

                              Los marinos tinerfeños eligieron una imagen sagrada para que los guiase y protegiera hasta llegar sano y salvo a buen puerto, colocándola en la parte alta de la isla. Según Álvarez Rizo (1796-1883), Puerto de la Cruz, comenta que desde el XVIII muchos hombres y mujeres acudían a la romería, que se celebraba el sábado de Naval en La Esperanza, donde ese pueblo campesino le expresaba su fervor a la Virgen del Carmen.

                              Sin embargo, Juan Primo de la Guerra (1775-1819), San Cristóbal de La Laguna, ubica a la primera efigie del Carmen en la ermita santacrucera de San Telmo, donde los marinos la veneraban junto a exvotos, utilizándola como Estrella y Abogada suya en la hora de capear tempestades, sortear escollos y huir de los enemigos.

Nuestra Señora en solemne procesión al puerto y bahía de Santa Cruz de Tenerife
                              En Santa Cruz de Tenerife su devoción data de 1670. La Virgen se hallaba en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción y pertenecía a Margarita de Vera Villavicencio, que la había heredado de su padre, el capitán Cristóbal Perdomo de Vera. Cuando esta señora falleció, se la dejó como albacea a María Águeda Van de Unde, madre de Rodrigo e Ignacio Logman, vicarios y beneficiados de la mencionada iglesia parroquial, quienes comenzarían a ofrecerle culto religioso con solemnidad a partir de 1720, construyéndole una capilla, con su correspondiente retablo de madera tallada y policromada, altar y sacristía, dotándola de custodia, copón y cáliz de plata.

                              La primera procesión en esta capital tendría lugar el 16 de julio de 1720, acompañada de la Cruz Fundacional y de todas las cofradías de la parroquia. Esta procesión se mantendría con todo su esplendor hasta 1919, año en que el armisticio que ponía fin a la Primera Guerra Mundial cambió su forma de celebración. Con la llegada de la Paz, ese 16 de julio, fue llevada y embarcada en el puerto, denominándose ‘paseo marítimo’ de la Virgen del Carmen a lo largo y ancho de la bahía capitalina. Como anécdota en la celebración de 1924, se premió a la mejor embarcación engalanada acompañante con 100 pesetas.

                              A partir de 1931, el Ayuntamiento de la capital provincial aprobó en Pleno que la Onomástica de la Virgen del Carmen fuera declarada fiesta oficial, junto con la de Santiago, la Santa Cruz y el martes de Carnaval, (según notas tomadas del Diario de Avisos p. 47, domingo, 16 de julio de 2023, firmado por José Manuel Ledesma Alonso, Cronista Oficial de Santa Cruz de Tenerife).

                              Goza de gran veneración en Canarias, siendo muy famosa la festividad en su honor en el Puerto de la Cruz, con su multitudinario embarque cada segundo martes de julio. Son muchos los pueblos tinerfeños que festejan el Carmen en todo el referido mes, al igual que en otras islas y del resto peninsular. Ejemplos evidentes lo tenemos en La Punta del Hidalgo (La Laguna), Valleseco y Los Campitos (Santa Cruz de Tenerife) y Los Realejos. Tierra adentro se celebra una tradición, que lleva 52 años celebrándose, la Romería de Los Campitos en honor de la Virgen marinera.

Virgen de Los Realejos por San Agustín. Escuela genovesa. Antón Mª Maragliano
                              En Los Realejos se volvió a vivir uno de sus días grandes del año, la Octava del Carmen, ‘esa jornada extraordinaria en la que los marinos del vecino municipio del Puerto de la Cruz sacan un año más en procesión a la Virgen realejera por las calles de San Agustín, en el día grande de las Fiestas de julio. 3 siglos de tradición portuense con el Carmen de Los Realejos, que se remonta a mediados del XVIII’.

                              Lleva 3 años consecutivos sin celebrarse 2020, 2021 y 2022 a consecuencia de la pandemia y por el incendio que afectó a los montes de Los Realejos, San Juan de la Rambla y La Guancha, en el último ciclo anual. Los registros históricos apuntan a que desde 1750, se había fallado a esta cita en 1812 por una epidemia que afectó a la comarca.

                              Es una talla escultórica de la escuela genovesa de Antón María Maragliano y que es la alcaldesa Honoraria y Perpetua de la Villa de Los Realejos desde 1985.

                              La Virgen del Carmen es la denominación común que suele recibir Santa María del Monte Carmelo, cerca de Haifa y que procede de la palabra hebrea Karmel o Al-karem, difundida por la Orden de los carmelitas.

                              La veneración remonta al grupo de ermitaños que, inspirados en el profeta Elías, se retiraron a vivir en el monte Carmelo. Estos devotos, hacia el 1200, formaron la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo.

                              Según la tradición carmelita, el 16 de julio de 1251, la imagen de la Virgen del Carmen se le había aparecido a San Simón Stock, superior general de la Orden, entregándole el escapulario, principal signo del culto mariano carmelita, prometiendo librar del castigo eterno a los que lo llevasen. El escapulario recibió reconocimiento papal en 1587 y ha sido respaldado por los pontífices posteriores.

                              En el XIV la Virgen, una vez más, se apareció al papa Juan XXII y le prometió ayuda contra sus adversarios, si otorgaba una nueva aprobación a los carmelitas y la salvación de dichos hermanos profesos, de los devotos que llevasen la señal del hábito o el escapulario, cumpliendo prescripción de oración y que correspondiese a su estado canónico de castidad.

                              La Virgen descendería al Purgatorio el primer sábado después de la muerte de las personas para llevar sus almas al cielo, de ahí viene el nombre de privilegio sabatino, confirmado por el mismo papa en la Bula Sabatina del 3 de marzo de 1322. Posteriormente, aprobado por SS. Clemente VII con el ‘Breve Dilecti Filii’ de 1527.

                              La Virgen del Carmen es aclamada ‘Stella Maris’. La devoción mariana se extendió a muchos países de Europa y por España y Portugal a Iberoamérica a partir del XVI.

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