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domingo, 14 de julio de 2024

EL PRÍNCIPE SOBERANO DE ACERÓ

Leyenda de Tanausú. Siglo XV
         La leyenda de Tanausú (¿? 1493), que fue uno de los reyes o principal jefe de los aborígenes de la isla de La Palma, durante la conquista castellana de las islas Canarias, a fines del siglo XV, siendo conocido por ser el caudillo que más se resistió a la misma. El corazón de unos y otros latía aceleradamente, según hacia donde se inclinara el fiel de la balanza, por el lado de los españoles podría ser los deseos de aumentar las posesiones de ultramar en nombre del reino y, así, crear una ruta marítima hacia nuevos horizontes de grandeza y asentamiento de tierra y poderío y, por el otro lado, dejar de ser hombres, mujeres y niños/as libres en un contexto social avanzado, imponiéndose sobre una vida nómada y regida a su manera por normas y justicia representada por el cabeza de la etnia vigente.

                              A partir de ahora podemos estar describiendo dos momentos, un antes y un después, de unos hechos históricos y la actuación de un personaje, también histórico, héroe y aguerrido guerrero, conteniendo en sus entrañas un inmenso amor patrio y una intensa lucha por defender su ‘terruño’, suelo isleño, que defendió hasta la muerte por inanición en aguas profundas y azules del océano Atlántico, cientos de veces, como signo de libertad y defensa, jefe de Aceró, dominó la Caldera de Taburiente.

Caldera de Taburiente. Bando de Aceró
       El historiador Juan de Abreu Galindo escribe en su obra ‘Historia de la conquista de las siete islas Canarias’ el enfrentamiento habido entre Tanausú y el señor de Tijarafe, Atogmatoma, su tío, antes de la llegada de los conquistadores. Atogmatoma con doscientos hombres a su cargo se propone entrar en la Caldera de Taburiente, donde era fuerte Tanausú y gozaba con cierto prestigio y dicho popular, que decía: ‘he aquí el que razona bien’. Poseía su hogar y necrópolis aborigen por el paso de Adamancasis, La Cumbrecita, pero él y su gente, fieles a la voz de un líder único, valiente y conocedor de su cantón resisten y los hacen retirarse con vehemencia y autoridad manifiesta, imponiendo su poderío.

                              Más tarde, Atogmatoma logra entrar gracias a la ayuda de sus parientes Bediesta y Temiaba, señores de Tegualguen y Tagazagre, respectivamente. Entonces, el dicho guanche, cautelosamente, se refugia en el roque de Bejenao y viendo que los enemigos seguían llegando, pidió ayuda a sus primos, los señores Echenauca, Mayantigo, Azuquahe, Juquiro y Gazehagua. Una vez reunidos todos los combatientes en el campo de batalla elegido, Tanausú y los suyos descienden hacia las tierras de Aridane y allí se desarrolló la contienda bélica, siendo derrotado Atogmatoma.

                              En la documentación, en cuanto a su nombre se refiere, aparece con las variantes gráficas de Atanausu, Tanausa, Tanause, Tanauso o Tenausu con acentuaciones tanto llanas como agudas.

                              Tanausú era el señor del bando de Aceró, que se corresponde con la Caldera de Taburiente, uno de los doce señoríos o cantones en los que se dividía la isla en el momento de la conquista castellana.

Cantón del jefe guanche Tanausú
       Se conserva en la toponimia local el recuerdo de la cueva habitación, que utilizó de morada, la denominada: ‘cueva de Tanausú’, ubicada en el sector oriental de La Caldera. Junto a la cueva se encuentran las ruinas de un conjunto de dos cabañas asociadas. Próximo a este punto se halla otro topónimo igualmente relacionado con la misma persona como es la ‘Piedra del Rey’.

                              El rumbo de los acontecimientos sucedidos y registrados en los anales de la historia, sin tergiversar ni una letra o lo más mínimo transmitido de una a otra generación, la tradición oral palmera habla de la leyenda de Acerina. Por ella, el jefe guanche Tanausú y el de Aridane, Mayantigo, luchan por el amor de dicha doncella, denominada la más hermosa de La Palma con negros ojos como una sima en la que abismarse y con labios como ascuas donde avivar el fuego.

Siendo el último caudillo en someterse
         Acerina, con contundencia y certeza en su decisión, detiene el duelo entre los amantes, sentenciando: ‘En uno de los dos está mi vida y no tienen ningún derecho sobre ella’. Hizo jurar ante el Idafe que nunca ninguno volvería a empuñar el tafrique contra el otro. Bajo la sombra o no del roque sagrado para los benahoaritas, aborígenes palmeros, situado en el interior de la Caldera de Taburiente, lugar de ofrendas y sacrificios, infundiendo el don de deidad, los amantes juraron acatar la decisión y ella, firme y presta a lo que decía, juró ante el monolito, en silencio y en plena facultad, que entregaba su amor a Tanausú, Príncipe guanche de la isla de La Palma.

                              Esa leyenda se sitúa durante los años de la conquista castellana, en 1493, bajo el mando de Alonso Fernández de Lugo (1455-1525).

                              En septiembre de 1492 llegan a la costa de Tazacorte las tropas castellanas. La conquista comienza mediante pactos con los jefes de los distintos bandos de la isla, encontrando tan sólo oposición en los bandos de Tigalate y Aceró.

                              El bando de Aceró, por sus condiciones geográficas ofrecía grandes dificultades para acceder. En este lugar Tanausú liderará la resistencia, siendo el último caudillo en someterse.

Pasando una página. Rey
        Después de dos intentos fallidos de penetrar y de ver la imposibilidad de realizar una conquista militar de este territorio, Alonso Fernández de Lugo recurre a Juan de La Palma, pariente del guanche, que se había unido a los conquistadores como mensajero para tratar de convencer al otro contrincante, de que aceptara una negociación amistosa en la cual se le proponía la rendición, aceptara el cristianismo, obediencia a los Reyes Católicos… a cambio recibiría buen trato y grandes recompensas. Entonces, el rey guanche le contestó: ‘que los castellanos se retiraran de la caldera y que al día siguiente se encontrarían en la zona conocida como el Riachuelo en son de paz’.

                              Habiendo un cierto nerviosismo entre los soldados, que componían las huestes del Adelantado, este ordenó atacar en el momento en que acudían los opositores. Después de una encarnizada lucha, los benahoaritas fueron derrotados y su jefe hecho prisionero.

Realidad y ficción en una historia
    Pasando una página, como si fuera un guiño, a lo contado anteriormente en nuestra historia de Canarias, nos quedamos absortos al compromiso formal de unos y a la traición de otros. En tal ocasión se dio la disyuntiva de dos actuaciones antagónicas de suma importancia, ya que se daba los derroteros para tomar una confrontación pacífica y correcta, sin más intención que firmar un pacto sin derramamiento de sangre.

                              Ya capturado el rey guanche, Tanausú, y otros cautivos son conducidos en naves a Castilla para presentarlos a los monarcas españoles, pero durante el trayecto el caudillo se niega a ingerir alimentos y agua, falleciendo en alta mar, antes de finalizar la travesía.

                              Los historiadores recogen, según parece en sus comentarios, la costumbre de los nativos de dejarse morir de inanición, cuando se hallaban enfermos o avanzados en años. Entonces, les decían a sus parientes ‘¡vacaguaré!’, ‘¡me quiero morir!’, y se encerraban en una cueva. Sin embargo, ninguno hace referencia a que el jefe nativo pronunciara esa palabra durante el cautiverio.

                              Murió en mitad del océano sumido en una profunda tristeza, que conjuga realidad y ficción en una historia sobre la colonización, ya que su antagonista es el capitán Alonso Fernández de Lugo, al cual se le conoce por su contribución a la conquista de las islas a favor de la Corona de Castilla.

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