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domingo, 28 de julio de 2024

LLEGA EL VERANO Y LAS ALTAS TEMPERATURAS

           Llega el verano y las altas temperaturas que sufrimos cada año son un constante recordatorio de la realidad que nos golpea en toda la cara. El sol, cada vez más intenso, parece derretir el asfalto de las calles, en una especie de rencor, mientras nosotros buscamos maneras de mantenernos frescos para sobrevivir a las cada vez frecuentes olas de calor.

                              ¿Cómo lo hacemos? Tomando mucho líquido como agua, refrescos… buscando la anhelada sombra o en donde corra la brisa, que se agradece mucho.

             No todo son quejas y sudor en este relato o historia. También, podemos usar ropas ligeras, pantalones cortos, sandalias… La llegada del verano trae consigo una energía estival de ligereza que se percibe en las calles. Las tardes se alargan, las ventanas se abren y uno se asoma un poco a ese mundo variopinto de los demás. Con las terrazas llenas hasta no haber hueco para sentarse, el bullicio se cuela en donde estemos descansando…, pero puedo escuchar a unos desconocidos o no que, entre risas y confidencias, parecen haber encontrado un oasis de romance en medio de esta sauna urbana hablando de la Eurocopa, opinando sobre la selección española, de aquel u otro futbolista, de las posibles selecciones finalistas, etc. Es decir, toda una ocasión propicia de conversar y mover las fichas en un tablero de ajedrez o damero y alargar el momento sin prisas, contentos y disfrutando de un merecido relax, que bien puede ser, unas minivacaciones adelantadas. Contaba no sé quién que la pausa que brinda las vacaciones largas o cortas, ofrece un terreno fértil para el amor. El enamoramiento, ese estado tan particular donde la mente y el corazón se deleitan en la holgazanería, halla su máxima expresión en el verano, cuando la actividad más rutinaria y productiva parece disolverse ante la promesa de los días largos y las noches cálidas.

                              Así que me imagino el romance de verano de dos personas desconocidas y sin saber nada de nada una de la otra, el roce casual de manos en esas caminatas de vuelta a casa haciendo tiempo hasta que refresque el medio o bajen los grados del termómetro, los primeros bailes en las fiestas o verbenas con el sudor resbalando por la frente y el corazón latiendo aceleradamente, a mil pulsaciones por hora, los secretos susurrados al oído, las miradas perdidas en el no sé qué, inalcanzable, temperatura que no baja de los veinte grados… el mundo sigue siendo un lugar frágil, lleno de incertidumbre, pero de manera diferente y por un instante olvidamos que, probablemente, en unos años estaremos peleándonos con los vecinos por el último cubo de agua de una tierra inhóspita. Mientras el termómetro no para de subir en medio de un mundo al borde del colapso.

                              El verano, con el sol y el calor, el agua de la piscina, la arena… pone a prueba la salud ocular. Es un periodo en el que hay que extremar las precauciones y estar atentos a pequeños detalles que son importantes.

                              Los factores externos ejercen una influencia significativa en la salud de los ojos. A menudo, no solo es la causa directa de ciertas afecciones oculares, sino que también pueden aumentar la susceptibilidad a enfermarse y acelerar el desarrollo de problemas visuales. Por ejemplo, aunque la miopía es una condición ocular, la exposición excesiva a pantallas y el esfuerzo visual prolongado pueden incrementar su incidencia o precipitar su aparición en edades más tempranas.

           Es esencial comprender la importancia de los factores externos y estar al tanto de ellos para poder tomar medidas preventivas. En verano, una temporada que debería brindarnos la oportunidad de descansar de las pantallas y disfrutar del aire libre, también, conlleva ciertos riesgos que pueden afectar negativamente a la salud ocular, como la celebración de la Eurocopa, la vuelta de grandes programas televisivos el ‘GRAND PRIX 2024’ u otros que nos absorben durante mucho tiempo delante de las pantallas, al igual que los móviles, ordenadores, tablets…

                              Existen otros factores que pueden poner en peligro los ojos y para los que debemos tomar ciertas medidas para evitar males mayores: aire acondicionado, cloro de las piscinas, arena, mala higiene de manos y sol.

                              Cómo tratar una quemadura solar es algo muy esencial, por lo que recomendamos los modos siguientes:

                              ‘Cuando estamos expuestos al sol, la melanina entra en acción para protegernos de los daños solares, especialmente de los rayos UVB. Para lograr esta protección, el cuerpo aumenta la producción de melanina, lo que produce el bronceado de la piel.

                              El tiempo durante el que la piel puede defenderse varía según varios factores, siendo el principal el de cada persona’.

                              ‘Las quemaduras solares leves se caracterizan por la piel enrojecida, a menudo acompañada de picazón, sensación de ardor y calor. Las quemaduras solares conducen a un aumento del riesgo de cáncer de piel, ya que provocan daños en el ADN.

                              En casos más graves, las quemaduras pueden causar ampollas. Y si la quemadura abarca una gran área de la piel, pueden presentarse otros síntomas, como fiebre, malestar general, vómitos o dolor de cabeza’.

           ‘¿Qué hacer? El primer paso es lavar la zona con agua fría, para retirar restos de arena o del agua, así como sudor o restos de cremas. Como la piel está muy sensible, es mejor sumergir la zona y no apuntar directamente con el chorro.

                              Después, toca el turno de la hidratación. Es aconsejable utilizar cremas emolientes con activos calmantes y reparadores, como el aloe o la urea.

                              También, puedes aplicarte gasas húmedas con manzanilla. Lo que no está aconsejado es aplicar otros productos, como mantequilla o pasta de dientes. No aportan beneficios y sí aumentan la posibilidad de infección o de resecar, aún, más la piel y empeorar la situación.

                              Naturalmente, es importantísimo no tomar el sol hasta que la piel se recupere. Ni con la crema con la protección más alta, la piel no debe exponerse al sol en un mínimo de 72 horas.

                              Por supuesto, tampoco debes retirar las pieles muertas, por mucho que creas que eso ayuda al proceso. Y tampoco abrir las ampollas. La reparación llevará su tiempo y no intentar acelerarla puede ser la única posibilidad de evitar males mayores y marcas en el futuro’ (Salud & bienestar. María García).

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