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domingo, 18 de agosto de 2024

LOS GUARDAESQUINAS CENTENARIOS

          Comentar algo que hoy en día apenas se conserva, da lástima pensar en su abandono y pérdida irremediable en el transigir de los años. Así sucede algunas veces por el abandono, desidia, desconocimiento, paso del tiempo u otro medio, factor de deterioro, que en el mayor número de veces es pura realidad de actos vandálicos. Santa Cruz de La Palma y Los Llanos de Aridane, por citar las dos grandes poblaciones de la isla, ciudades con historia, fundadas hace más de 500 años, guardan en las esquinas de sus casas antiguas, casonas, palacios, iglesias, conventos… viejos vestigios referenciales de lo que queremos hacer inventario, requiriendo la necesidad de su existencia, todos ellos centenarios, testimoniando de más de un siglo un pasado olvidado y por supuesto pletórico, que el presente atestigua su protagonismo esencial de proteger las esquinas de muchos edificios, principales o no, restos prestigiosos de una urbe, villa, pueblo, municipio, provincia, región o país en sus calles, plazas o rincones emblemáticos con sabor añejo y con identidad propia.

                              Son variados tesoros patrimoniales de protección, hechos de piedra o, sobre todo, de madera en Canarias y en cualquier parte del mundo. Unos son grandes y otros pequeños, sus medidas son arbitrarias, desde menos de un metro a un tamaño de grandes dimensiones, sus tamaños oscilan uno y dos metros, con bellos adornos o simples piezas ancladas a la esquina del inmueble que lo acoge, sin más, algunos rematados por una pequeña esfera o ‘bola’. Su tipología es común, un fragmento de madera que toma forma de una columna empotrada a la pared de la esquina. La curiosidad de observarlos constituye un hándicap para formarse a su alrededor grupos de visitantes para sacarle fotos o imágenes gráficas de vídeos cuando no pasan desapercibidos.

                              Santa Cruz de La Palma es ciudad silenciosa y cargada de esos pequeños elementos singulares desconocidos que en la actualidad han desaparecido muchos por circunstancias adversas, dejando huellas.

        Sé de unos de ellos ubicados en la capital palmera, tengo cerca de mi domicilio, y distintos sitios de la geografía nacional. La villa de la Orotava, isla de Tenerife, conserva en su casco histórico infinidad de singulares elementos patrimoniales, algunos de los cuales, como estas antiguas protecciones de madera, pasan ignorados. Solo se conservan cinco en el casco histórico orotavense, según trabajo publicado en el Diario de Avisos (da), Decano de la Prensa de Canarias, Santa Cruz de Tenerife, página 44, domingo 14 de julio del corriente, autor Agustín M. González.

                              Uno está ubicado en la confluencia de las calles Doctor Domingo González y Salazar, adosado al número 1 de la primera, justo enfrente del popular molino de gofio de Chano. Este es sencillo, sin decoraciones, pero es el más grande, de unos dos metros de longitud. Está en una edificación de gran valor patrimonial, un buen ejemplo de arquitectura doméstica canaria, la casa González García, construida a finales del XVIII, donde en el XX residió el famoso médico Domingo González García, que da nombre a su calle.

      Cerca hay otro guardaesquinas, en dirección a la Cruz del Teide, en el número 31 de la misma calle Salazar, esquina con la calle Claudio. Es mucho más pequeño y, también, sencillo. Uno de los más elegantes y adornados es el que existe en el número 3 de la calle León, esquina con San Agustín, cerca de la plaza de la Constitución o del kiosco. Protege la esquina de una edificación del XIX, de influencia clasicista, que además de diversos usos comerciales, fue sede del Museo Tafuriaste.

                              Bajando por la calle Tomás Zerolo, a la derecha, en el número 18, un caserón del XVIII, se halla el mencionado guardaesquina vandalizado, de menor tamaño y grosor que el resto, pero bien adornado y elegante.

                              Y, al final, de esta misma calle del Agua, en la esquina con la calle Viera, en la histórica Casa de Mesa, enfrente de la iglesia de Santo Domingo, se conserva el quinto, de gran tamaño, sobre metro y medio, aunque más tosco y sencillo, sin bola en el extremo superior, seguramente por ser el más antiguo de todos. En este, al igual que el otro más grande de la calle doctor Domingo González y el de la calle León, se pueden apreciar los enormes clavos que los atraviesan y fijan a la pared.  

                              Medito sobre los que no se conservan por nuevas construcciones y uso de modernas edificaciones.

      En los solares haciendo esquina en los que confluían dos calles, optaron, en el XVIII y XIX, por instalar un listón de madera para proteger las esquinas de sus casas de los golpes de los ejes y de las ruedas de los carros, tirados por uno o varios caballos o bestias de tiro, muchos de ellos cargados de vinos, deliciosos caldos, al igual que otros productos de exportación por distintos puertos marítimos del archipiélago, que rozaban constantemente las mencionadas esquinas al doblarlas. Esto sucedía con bastante frecuencia en días de lluvias, teniendo en cuenta las pendientes calzadas adoquinadas o empedradas con callaos, socavones y pulimento del piso de rodadura se presentaba la dificultad de deslizarse inesperadamente hacia los lados. A la memoria de los que son de mi generación surge los recuerdos de verlos con frecuencia en las calles y caminos reales. Elementos de interés patrimonial como piezas del ornato público en etapas pretéritas.

                              ‘Así es el casco de la villa de La Orotava, como pueden ser cualquier otro de las Canarias, un hermoso vergel de belleza sin par…, como nos lo recuerda la letra de la pieza musical Islas Canarias, conjuntamente con los Cantos Canarios de Teobaldo Power Lugo-Viña (1848-1884), compositor tinerfeño, un noble joyero urbano que guarda en su interior multitud de pequeñas y grandes joyas histórico-artísticas, muchas camufladas en la urbe moderna, como estos curiosos guardaesquinas, que vale la pena descubrir, conocer y cuidar, como patrimonio público que son de todos los canarios’.

  LOS GUARDACANTONES o GUARDAESQUINAS de MÁLAGA: Para mí, es un deseo comentar con todo detalle la presencia de tales elementos y su utilidad demandada por un hecho social, que más tarde se hizo necesario e histórico-artístico, arte en la calle, porque conozco perfectamente la Málaga capital con su encantador Casco Histórico, bello rincón con salero, acogedor y añejo componente de la Andalucía tradicional, irradiación cristiana y musulmana. Bastante veces he visitado su casco urbano pintoresco y de sutil ambiente a una urbe moderna, cosmopolita y llena de reflejos de progreso, abierta a la brisa mediterránea, al flujo multitudinario de visitantes y al cariño bullangero de su gente.

                              A lo lejos luce sus torres la elegante y Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación del Señor, conocida popularmente por ‘La Manquita’. Situada enfrente de la plaza del Obispo. El templo es considerado una de las joyas más valiosas a nivel nacional de estilo Gótico Tardío, Renacentista y Barroco. Es un Bien de Interés Cultural Patrimonio Histórico (BICPH), formando un conjunto con ‘La Alcazaba’ y el ‘Castillo de Gibralfaro, poseyendo como telón de fondo la magnífica vista del puerto marítimo con su entramado portuario comercial, de pasajeros, de cruceros, deportivo y pesquero.

                              La función principal de estos elementos reciclados de construcciones antiguas era la de resguardar de los carruajes las esquinas de los edificios, evitando que al chocar las ruedas produjeran daños.

         En el constante deambular por el Centro Histórico de Málaga muchas veces no reparamos en aquellos elementos integrados perfectamente con la arquitectura de los antiguos inmuebles, formando parte del paisaje u entorno natural de la ciudad. Estos elementos nos ayudan a conocer mejor la historia. Este es el caso de los referentes, que son elementos reciclados como columnas, postes o pilares de piedra, aunque, también, se utilizaron otros metálicos tales como cañones.

                              Los guardacantones se colocaban a los lados de los paseos y de los caminos delimitando la zona por donde debían circular los carros para no se saliesen de ellas. Costumbre que se conservó hasta que se comenzó a generalizarse el empleo de las aceras en las poblaciones modernas. En ocasiones se formaban recintos con guardacantones enlazados por cadenas de hierro para preservar algún edificio o monumento de la aproximación a ellos. En la ciudad capital afortunadamente se conservan un buen número de estos, que pasamos a reseñar con la única intención de que intenten localizarlos, si algún día, visitáis la iluminada ciudad mediterránea de la Costa del Sol, paseando por las estrechas callejuelas del Casco Histórico.


  Comenzamos en las inmediaciones del Muro de Puerta Nueva, en calle Compañía, esquina a Fajardo, hay uno en el que aparece representado el escudo Carmelita. Este edificio perteneció en algún momento a dicha orden. En él aparecen representados algunos de los emblemas carmelitanos. Una montaña estilizada con las laderas redondeadas, y cuya cima se proyecta hacia el cielo. Se refiere al Monte Carmelo, lugar de origen de la Orden del Carmen.

                              Tres estrellas de seis puntas de las cuales una es de plata en el centro de la montaña y las otras de oro, dispuestas simétricamente en el cielo, a la derecha e izquierda, de las laderas de la montaña. La estrella inferior representa a los carmelitas todavía en camino hacia la cima del Monte Carmelo, mientras las otras dos estrellas superiores representan a los que han terminado su peregrinación y han culminado la santa montaña. Se completa el escudo con la cruz en la cima del monte.

                              La búsqueda del siguiente nos llevará hasta la calle Andrés Pérez, concretamente hasta la iglesia de la Aurora y Divina Providencia de las Reverendas Madres Dominicas, que la construyeron en 1787.

      En el guardacantón que hace esquina con la calle, antes citada, aparece representado un perro portando una antorcha o cirio en la boca, que nos recuerda el sueño que tuvo la madre de Santo Domingo de Guzmán antes de que este naciera. Soñó que un can salía de su vientre con una antorcha encendida en su boca. Incapaz de comprender el significado de este sueño, decidió buscar una explicación acudiendo a Santo Domingo de Silos, fundador de un famoso monasterio Benedictino de las cercanías. Hizo una peregrinación al monasterio para pedir al susodicho santo que le explicara el sentido del sueño. Allí comprendió que su hijo iba a encender el fuego de Jesucristo en el mundo por medio de la predicación. En agradecimiento puso a su hijo por nombre el mismo como el homólogo de Silos.

                              En el otro guardacantón que hace esquina con la calle Arco de la Cabeza, se representa el escudo dominico, escudo que acompaña siempre a la figura de Santo Domingo de Guzmán y que es frecuente en los sellos de los religiosos de la orden. Se representa un medallón en cuyo interior aparece una cruz griega flordelisada. Esta vinculación del lirio procede de la familia de su fundador, en las armas de la madre del santo predicador, también, aparece el mismo signo: una cruz roja con remates de flor de ‘lis’. La cruz dominica cuando aparece coloreada resalta los colores blanco y negro, propios del hábito de los frailes.

       Desde aquí nos dirigimos a la esquina del Pasaje Gordón, donde en su guardaesquina se representa un lirio o flor de ‘lis’. En la antigüedad ya se recurrió al lirio como elemento decorativo en la legendaria Mesopotamia, concretamente en la Puerta de Istar, ancestral Babilonia, construida por Nabucodonosor II en el año 575 antes de Cristo.

                              La flor de ‘lis’ es un símbolo de poder de soberanía, de honor, de lealtad y de pureza de cuerpo y de alma. Es una señal usada por los Scout, la masonería, la alquimia y en algunas religiones. La palabra ‘lis’ es de origen francés y significa lirio o ‘iris’. En heráldica representa una de las cuatro figuras populares, conjuntamente con el águila, el león y la cruz.

                              Algunos estudiosos afirman que la flor de ‘lis’ tuvo su origen en la flor de ‘loto’ de Egipto y otros, sin embargo, sostienen que fue inspirado por la alabarda, un arma de hierro con tres puntas, y otro posible origen es que sea una copia del diseño impreso en las vetustas monedas asirias y musulmanas (Salvador Jiménez. SUR HISTORIA).

                              Demos el broche final, por ahora, para poder comenzar un corto paseo, si algún día visitamos la MAGNÍFICA MÁLAGA, para conocer estas maravillosas piezas del acontecer malagueño. Ciudad bella, bulliciosa y digna de visitarla, conocerla hasta en los mínimos e insignificantes detalles, que decoran y jalonan la geografía del CENTRO HISTÓRICO de MÁLAGA.

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